Cuando hablamos de Empatía, es bastante común
que usemos esta palabra para referirnos a compartir sentimientos con los otros
o a una sintonía especial con los pensamientos de otra persona. Sin embargo, en
la literatura, la empatía se entiende como la capacidad de la persona para dar
respuesta a los demás teniendo en cuenta tanto los aspectos cognitivos (la persona necesita hacer una elaboración
cognitiva que le ayuda a salir de sí misma pensando en el otro) como
afectivos (capaz de sentir lo que el otro
siente), y destacando la
capacidad para diferenciar entre el propio yo y el de los demás.
La empatía es una de las
habilidades interpersonales más importantes. Empatía significa “sentir dentro”.
Tener empatía implica saber ponerse en el lugar del otro, entenderlo por más
que pueda ser una persona muy diferente a nosotros.
En el proceso de empatía se encuentran los
siguientes tres momentos que son necesarios y casi simultáneos:
- La percepción de la situación del otro, de su vivencia.
- La percepción de la situación del otro, de su vivencia.
-
La interiorización de su vivencia.
-
La percepción de la vivencia ajena como propia.
La finalidad de este proceso es la comprensión,
no el conocimiento del otro, de ser así, con solo percibir la situación del
otro bastaría.
¿Por qué es importante la empatía?
Pues porque toda relación social tiene que ver con ella. Es muy difícil, se
podría decir que imposible, odiar a alguien si realmente lo entendemos. Todos
somos humanos con las mismas emociones y motivaciones, el hecho es que nos han
puesto en lugares y situaciones distintas.
Según Daniel Goleman, la empatía es
la capacidad de entender y ponerse en el lugar del otro, y nos permite
anticipar y solucionar conflictos interpersonales, tener una mayor influencia
en los demás, lograr una mayor conexión emocional con las otras personas, ser
más persuasivos, aumentar la probabilidad de que los demás confíen en nosotros,
etc.
El problema es que suele resultar
difícil ponerse en el lugar de otro, y es por eso que propongo la siguiente actividad:
En un papel, escribir los nombres
de 2 o 3 personas que no te caigan bien y especificando por qué no te agradan. A
continuación, tomas una por una a estas personas y tratas de ponerte en su
lugar y de describir su propósito más alto buscando una intención positiva.
Para ello va a ser necesario que salgas de tu lugar de crítica y te trates de
analizar lo que esta persona hizo o hace pero sin juzgarlo. Y para terminar,
hay que describir un comportamiento propio que sea parecido al comportamiento
negativo de las personas que no te gustan. Para esto es recomendable dejar el
orgullo de lado y observarse con capacidad de auto crítica. Basta con encontrar
una situación o un contexto en el cual tengas este comportamiento negativo.
Practicar esto puede ayudarte a
desarrollar la empatía, y si lo realizas con las personas que te encuentres y
que no te agraden, va a ayudarte a ponerte en su lugar y partir de ahí para
poder encontrar una solución, ya que esto no quiere decir que necesariamente vamos
a entenderlo y a dejar las cosas como están.
Ponernos en el lugar del otro es el
primer paso para no juzgarlo. Además, aquellas actitudes y comportamientos que
no nos gustan de los demás pueden ser las mismas que en el fondo no nos gustan
de nosotros mismos y que nos cuesta admitir. Tomar conciencia y aceptar esto
requiere de mucho valor y auto-observación, pero nos da la posibilidad de crecer
y de entender más a los demás, lo cual nos lleva a poder crear relaciones
interpersonales más positivas y sanas.
Para finalizar me gustaría hacer
una pequeña reflexión. Todo el mundo conoce el dicho “trata a los demás como te
gustaría que te trataran a ti. Pero, ¿es así como verdaderamente hay que tratar
a la gente? ¿A vos te gusta lo mismo que al resto de las personas? Seguro que
no, y por eso creo que es importante tener en cuenta que la clave de la empatía
es tratar a los demás como les gustaría que les tratasen, no como te gustaría a
vos. De no ser así, puede que les sigas tratando de una manera que no les
gusta.